Vivir en Colombia tiene muchas
implicaciones, nuestra historia y todos los fenómenos sociales que a diario
tenemos que enfrentar e intentando sobrevivir, pero no solo es eso, tendríamos que
hablar un poco de lo que no se puede decir con nombre propio y de lo que no se
puede denunciar de una forma certera, claro está, hablar de esto es dejar en
evidencia la forma en la que opera los grupos al margen de la ley en nuestra
ciudad Medellín, realidad conocida por las autoridades y desconocidas por la amnesia
y letargo de los pactos de lo “legal” y lo “ilegal”.
Por eso hablaremos de forma anónima,
con el objetivo de reflexionar en el tema, comencemos diciendo que en la
actualidad la nueva reconfiguración del Paramilitarismo ha impulsado a una reestructuración
del poderío y el miedo que infunden estos grupos, ciudad en la que no ocurre
nada extraño, pues ya nos habitamos con este sistema social, político, económico,
cultural, crimen y de miedo, aprendimos a legitimarlo y hasta llegar ser parte
de él, es como si la sangre de la gente violentada en esta ciudad a manos de
las guerras y la violencia, solo significó un aporte más para el poder de estos
grupos.
Sé que todos saben de qué grupos
estoy hablando, muchos conocen las visitas a las casas según el sistema de
seguridad instaurado, muchos han comprado productos de su sistemas económicos,
muchos han visitado las zonas de tolerancia, muchos han participado en las
actividades deportivas y culturales y por último muchos han compartido o
conocen liderazgos comunitarios y políticos como gestión de sus sistemas políticos,
de esta manera podemos decir que vivimos en una dicotomía, el gobierno de lo
legitimo a través de las instituciones del estado y el gobiernos de lo
ilegitimo a través de los sistemas sociales, económicos, políticos y culturales
de los grupos al margen de la ley, dicotomía que se interrelacionan para mantener
el control y la pax en la ciudad.
Para nadie es un secreto, que políticamente
los gobernantes de la ciudad y las fuerzas militares mantienen una tregua con
estos grupos, es más en algunas comunas, los cuadrantes y las estaciones de policía,
son simplemente para asuntos livianos y fuera del control real de sus
funciones, allí se evidencia un trabajo conjunto o articulado, entre policía y
estos grupos, confundiendo de alguna manera a las comunidades, pues los
protocolos explican que primero se asiste a estos grupos y por último a la policía,
claro, pero eso no pasa en nuestra ciudad eso dirán muchos, algunos que no
logran despertar en esta realidad y que son sumergidos en la imagen de la
ciudad más innovadora.
He aquí otra de las grandes
verdades o mejor diré de forma irónicamente mentiras, en algunas comunas los
grupos presionan las comunidades para que estos participen de los diferentes
escenarios de participación política, apoyando a sus candidatos, pero frente a
esto es imposible denunciar, porque vivimos en la ley de la fobocracia, ley que
cita: “nadie ha visto nada, nadie conoce nada, nadie sabe nada y nada de nadie
existe”, así se comparte el poder político los gobiernos en conjunto de los
grupos al margen de la ley.
Por si fuera poco les digo, si me
preguntan, no he visto nada, no sé nada y nada de nadie existe, en esta ciudad
la más innovadora del mundo, o más bien la más contrastante del mundo.
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